A 40 años del terremoto del 85 México sigue recordando el 19 de septiembre como el día que todo cambió: los mexicanos salieron a la calle para ayudarse unos a otros ante un gobierno rebasado por la tragedia; pero también septiembre dejó de ser sólo el mes patrio para convertirse en el mes en el que tiembla y los mexicanos se preparan para seguir de pie, unidos y ser la verdadera fuerza de México.
Cuando la tierra rugió y la ciudad despertó
El rugido de la tierra llegó sin previo aviso. Aquel jueves 19 de septiembre de 1985, a las 7:19 de la mañana, la Ciudad de México se sacudió con una fuerza desconocida. No fue un simple temblor: durante casi dos minutos, la urbe se transformó en un campo de batalla en donde el cemento y el acero eran los misiles.
Todo parecía haber sido destrozado desde el epicentro de un ataque que nació a 400 kilómetros de distancia en la costa de Michoacán y según los estudiosos, la tierra liberó una fueza equivalente a más de un mil 114 bombas atómicas de 20 kilotones cada una, y la ciudad que fue construída sobre el lecho de lo que fue un lago, bailó al son de la tragedia que marcaría la historia México para siempre.

El ruido de los escombros cayendo, los vidrios rompiéndose y los gritos de la gente quedó grabado en la memoria colectiva. La sensación de vulnerabilidad fue inmediata: nadie sabía cuáles edificios colapsarían, ni cuánto duraría el temblor. La sorpresa y el miedo se mezclaron con la confusión mientras la ciudad intentaba entender la magnitud del desastre que estaba viviendo.
En esos minutos se gestó también un despertar de la sociedad. Lo que comenzó como terror y pánico pronto dio paso a la solidaridad y al instinto de supervivencia. Las calles se llenaron de personas que buscaban a familiares, vecinos y desconocidos atrapados entre los escombros. Fue el inicio de una historia que transformaría para siempre la conciencia y la organización ciudadana en México.

A 40 años del sismo, la memoria colectiva sigue viva. Cada septiembre, cuando la tierra se mueve, los mexicanos recuerdan aquel día que cambio para siempre la relación entre los ciudadanos y las autoridades, pero que también demostró que la fuerza de México está en la unión de su gente.
¿Por qué tiembla en septiembre? El recuerdo del temblor se mantiene no sólo en la Ciudad de Méxcio, se ha convertido en un mito popular, reforzado por los sismos ocurridos en fechas similares.
Cuando el gobierno no llegó, la gente tomó el mando
El México en 1985 estaba marcado por un sistema político autoritario y un gobierno que operaba en la opacidad. La sociedad, aunque viva, no estaba acostumbrada a tomar las riendas de su destino.
Así cuando el sismo ocurrió, el entonces presidente Miguel de la Madrid no apareció en público hasta horas después del sismo, se habla de cinco horas después de la tragedia; y en un principio rechazó la ayuda internacional. Esta ausencia de autoridades evidenció la vulnerabilidad de la ciudad y detonó algo extraordinario: la sociedad civil despertó, que la sociedad civil se convirtió en la protagonista.

Miles de ciudadanos se volcaron a las calles con palas, picos o a manos limpias. Vecinos, jóvenes, trabajadores y estudiantes formaron cadenas humanas para mover escombros; enfermeras y médicos improvisaron hospitales en las calles y algunos más dirigieron el tráfico en avenidas destruidas y semáforos caídos.
La coordinación espontánea entre civiles mostró que, ante la inacción del gobierno, la solidaridad y la cooperación pueden ser más eficaces que la burocracia. Los mexicanos demostraron que la sociedad tiene la capacidad de actuar con rapidez, inteligencia y empatía, convirtiendo la tragedia en una lección de organización y resiliencia colectiva.
Historias que marcaron el corazón del país
Entre las historias que quedaron grabadas en la memoria colectiva están los “bebés milagro” del Hospital Juárez, donde al menos 16 recién nacidos quedaron atrapados entre los escombros. Algunos sobrevivieron hasta cinco días sin alimento ni agua. Su rescate fue seguido por todo el país y se convirtió en un símbolo de esperanza y de la fuerza de la vida frente al desastre.

El colapso de edificios reveló también talleres clandestinos de costura, donde muchas mujeres quedaron atrapadas y fallecieron porque las puertas estaban cerradas con candado. Estas tragedias reflejaron las condiciones de explotación laboral existentes en la época y el impacto humano del sismo más allá de los daños materiales.
El Estadio de Béisbol del Seguro Social, hoy Parque Delta, se transformó en una morgue temporal, y el diario La Jornada, que celebraba su primer aniversario, tuvo que cubrir uno de los días más oscuros del país en lugar de festejar. Historias como estas muestran que el terremoto afectó profundamente la vida de las personas, pero también evidenció la solidaridad, valentía y humanidad de los mexicanos.

El periodista Jacobo Zabludovsky hizo historia al transmitir por primera vez desde el lugar de los hechos, llevando la realidad de la tragedia a la Nación a través de la radio. Esta transmistión permitió que milllones de mexicanos vivieran, minuto a minuto , la magnitud de lo que estaba ocurriendo.
El Ejército y el Plan DNIII: coordinación vital en medio del caos
El Ejército Mexicano, activando el Plan DNIII, jugó un papel fundamental en la organización de rescates y la protección de la población. Más de 8 mil 400 militares y alrededor de 8 mil 500 conscriptos del Servicio Militar Nacional fueron desplegados en la Ciudad de México para remover escombros, atender a damnificados y restaurar el orden.
Las brigadas del Ejército trabajaron en coordinación con la sociedad civil, cubriendo áreas de alto riesgo, asegurando la logística de rescate y apoyando a los hospitales improvisados. Su presencia permitió que se rescatara a más de 4 mil 000 personas con vida, algunas incluso días después del sismo.

El Plan DNIII se convirtió en un ejemplo de cómo la cooperación entre autoridades y ciudadanos puede ser determinante en emergencias de gran magnitud. Esta colaboración mostró que la organización, la planificación y la disciplina militar complementan la fuerza de la solidaridad ciudadana.
Cifras que reflejan la magnitud del desastre
El sismo dejó un impacto devastador y no sólo por ver una ciudad destruida, sino por confirmar el desorden gubernamental, la falta de preparación de un país frente a un desastre de esta magnitud; y es que el saldo final es incierto.
La cifra oficial del gobierno fue de 3 mil 692 muertos, mientras que la Cruz Roja y fuentes independientes estimaron entre 10 mil 000 y 40 mil 000 víctimas, reflejando la dificultad de registrar con precisión la magnitud de la tragedia.
Casi 100 mil 000 estructuras resultaron dañadas, incluyendo edificios, hospitales, casas y oficinas, mientras que la mayoría de los servicios básicos colapsaron, dejando a la ciudad en un estado crítico.

El Metro de la Ciudad de México también sufrió daños: 32 estaciones resultaron afectadas, pero solo la Isabel la Católica tardó casi dos meses en reabrir, evidenciando la magnitud del impacto en la infraestructura urbana. La falta de servicios y la inseguridad, sumadas al miedo de nuevas réplicas, provocaron un éxodo masivo de familias que buscaban seguridad en otros estados del país.
Estas cifras muestran que el sismo no solo destruyó edificios, sino que cambió la vida de millones de personas y transformó la relación entre ciudadanía y autoridades, dejando lecciones de resiliencia, organización y prevención que siguen vigentes.
Del mito a la realidad: ¿Por qué tiembla en septiembre?
La percepción de que septiembre es un mes “sísmico” en México no es casualidad, aunque tampoco tiene base científica, pero todo es resultado de las “coincidencias históricas”.
- En 2017, apenas 12 días después de un sismo de 8.2 en el Golfo de Tehuantepec (7 de septiembre), otro de 7.1 grados golpeó Puebla y Morelos el 19 de septiembre, causando graves daños en el centro del país y recordando el dolor de 1985.
- En 2022, un sismo de 7.7 grados con epicentro en Michoacán reforzó el mito popular.

Estos eventos coincidieron con el mismo mes; sin embargo, expertos de la UNAM y el Servicio Sismológico Nacional (SNN) explican que los temblores ocurren a lo largo de todo el año debido al movimiento de placas tectónicas (Norteamérica, Cocos, Pacífico, Rivera y Caribe). Lo que sucede es que la memoria colectiva refuerza la atención sobre septiembre, creando un fenómeno de sesgo de confirmación.
El dato
El mito persiste por un fenómeno psicológico llamado sesgo de confirmación: cuando un gran sismo ocurre en septiembre, la gente lo recuerda, reforzando la creencia. Sismos de gran magnitud en otros meses , como el ‘sismo del Ángel’ de julio de 1957 o el de Oaxaca en junio de 2020, son menos recordados.
Del dolor nació la resiliencia y un país más fuerte
El terremoto dejó profundas lecciones y del dolor nació la resilencia. La ciudad implementó regulaciones de construcción más estrictas:
- Se creó el Sistema Nacional de Protección Civil
- Se instaló el sistema de alerta sísmica
- La Plaza de la Solidaridad, construida en el lugar donde estuvo el Hotel Regis, se levantó como monumento a los caídos y símbolo de la fuerza de la sociedad.

Historias de México. El desastre no solo transformó la infraestructura, sino la conciencia social. La cooperación entre vecinos, brigadas ciudadanas y Ejército demostró que la organización, la preparación y la empatía pueden salvar vidas.
A 40 años, el 19 de septiembre dejó de ser sólo una fecha: se convirtió en un sentimiento nacional , un recordatorio de que la solidadridad, la empatía y la organización ciudadana son la verdadera fuerza que permite reconstruir no sólo edificios, sino que tambien la esperanza de toda una Nación.
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